Plataformas tecnológicas y economía colaborativa ¿Culpables o inocentes?

Las plataformas tecnológicas especializadas son una de las características clave que han permitido y acelerado el desarrollo de la cuarta revolución industrial. Plataformas que favorecen la creación y consolidación de productos desarrollados por terceros y que utilizan este canal y las sinergias que ofrece para llegar al cliente final. La gente no pedía a Ford que fabricase automóviles, pedían caballos más rápidos. Las nuevas plataformas no tenían valor hace sólo unos años porque nadie era capaz de imaginarlas.

 

 

La nueva economía hace que Airbnb, la mayor empresa de alojamientos del mundo, no tenga ni una sola habitación en propiedad. No es necesario ser dueño de una gran flota de vehículos para prestar servicio de transporte de viajeros en todo el mundo como hace UBER. En el sector comercial, Amazon lidera las ventas de productos sin tener una gran red de locales comerciales. Las plataformas aportan valor al producto, mejoran el servicio al cliente y generan un canal fiable sobre el que distribuir el producto o servicio. La gran diferencia con el modelo tradicional no sólo está en el empleo especializado, el modelo de negocio o la mejora de la eficiencia. La principal diferencia se encuentra en el valor.

 

 

Jhon Erlichman comparaba las valoraciones en 2008 y 2018 de tres empresas del mismo sector. En 2008, cuando Airbnb no existía, la cadena de hoteles Hilton tenía una valoración de 26 billones de dólares y Hyatt estaba valía 6 billones de dólares. Diez años después, Hiltón sube a los 27 B$, Hyatt llega a los 10 B$ mientras que la valoración de Airbnb es de 31 billones de $. La tecnología aporta valor.

 

En el pasado, los enemigos de la tecnología luchaban contra el telar mecánico con el pretexto de que acabaría con los puestos de trabajo de aquellos que se dedicaban a tejer de forma manual. El telar mecánico acabó con las ineficiencias, aumentó el número total de empleados y especializó las tareas. Una mezcla de ignorancia y tecnofobia cargó también contra el ferrocarril. Algunos ilustrados de la época señalaron al ferrocarril como posible causante de enfermedades, trastornos y hasta problemas respiratorios. Hubo quien llegó a afirmar que viajar a velocidades superiores a 32 kilómetros por hora podría generar asfixia. Los enemigos de la tecnología de ayer y de hoy no son muy distintos. La crítica a lo desconocido es tan antigua como la propia humanidad. La cuarta revolución industrial no se librará de estas críticas.

 

 

Los alquileres en las ciudades están subiendo de forma importante. Hay quien achaca este incremento en el centro de las ciudades a la decisión de algunos propietarios de destinar sus viviendas al alquiler turístico por semanas e incluso por días y eso ha llevado a descargar toda la culpa de este hecho en las plataformas tecnológicas que permiten alquilar una vivienda por días o por semanas para uso turístico. Los alquileres altos en algunas ciudades generan un problema de acceso a la vivienda para muchas personas. Sin embargo, culpar únicamente a la tecnología de este hecho nos sitúa al nivel de aquellos tecnófobos que acusaban al ferrocarril de generar asfixia.  

 

 

Las plataformas tecnológicas no han inventado nada nuevo. Han permitido desarrollar nuevos hábitos de consumo y generar mayores eficiencias. Muchas de las personas que se desplazaron hace años a otras ciudades a estudiar una carrera universitaria tuvieron la oportunidad de alojarse en viviendas de terceros que tenían alguna habitación libre. No era necesario una plataforma como Airbnb para permitir la prestación de este servicio. Hoy el perfil de aquellos que alquilan una habitación dentro de la plataforma son personas mayores de 50 años con una habitación libre que desean alquilar. El alquiler turístico no lo ha inventado Airbnb, pero ha permitido desintermediar la gestión y hacerla más eficiente para el cliente. Esto hace que los profesionales del sector tengan que adaptarse a una nueva realidad, pero también ha permitido generar un tejido de profesionales alrededor de estos servicios para la gestión de los activos sobre el terreno. Según los datos disponibles, en una ciudad como Madrid sólo existen un 0.7% de viviendas turísticas, el 17% de viviendas estan dedicadas al alquiler residencial y el 13% de las viviendas están vacías. Sólo 10.000 viviendas de 1.5 millones están dedicadas al alquiler. Este dato evidencia que quizá la tecnología no es la única culpable de los altos alquileres.

 

Creo que es necesario legislar esta nueva realidad que se abre con la desintermediación de los alquileres. Los cambios tecnológicos traen soluciones pero también nuevos problemas. Nadie se preocupaba de las emisiones de CO2 hasta la llegada masiva del automóvil y las centrales térmicas. El desarrollo de una actividad económica a través de una plataforma tecnológica no puede ser una excusa para no pagar impuestos o cumplir la legislación. Es el propietario del inmueble el que debe decidir qué uso le da al bien adquirido. Los que creemos en la libertad no deberíamos albergar demasiadas dudas al respecto. Sin embargo, deben existir mecanismos que impidan un mal uso del inmueble que pudieran ocasionar perjuicios al entorno. El análisis de los datos disponibles podría permitir a la administración pública reducir el fraude asociado a estas actividades a través de internet. Son muchos los países que han conseguido detectar alquileres no declarados cruzando datos de contribuyentes registrados en plataformas que alquilaban sus viviendas sin informar al fisco. El desarrollo de nuevos sectores se favorece con reglas claras y objetivas cuyo cumplimiento es posible medir. La tecnología es un medio no un fin en sí mismo. El desarrollo tecnológico ha sido posible gracias a leyes desarrolladas por Ohm, Faraday o Maxwell. Sin embargo, son otras leyes las que podrían amenazar su pleno desarrollo, como ocurrió en el pasado.

 

El reto legislativo de los próximos años pasa por entender bien el desarrollo tecnológico y tratar de desarrollar una legislación que permita su desarrollo, que no ahogue su potencial y que impulse la creación de un ecosistema de empleo especializado alrededor de estas plataformas. En este caso se cumplirán las reglas del potencial. El talento y las inversiones elegirán aquellos países donde menos resistencia encuentren. La corriente de la modernización discurrirá por aquellas ramas del circuito que generen menos oposición a su paso. En España debemos tomar nota y ser conscientes que competimos con el resto del mundo, en una carrera global, por atraer a los sectores transformadores.