La cuarta revolución industrial está basada en los pilares que constituyen las llamadas tecnologías habilitadoras de la Industria 4.0. El desarrollo e implantación de estas tecnologías ha permitido digitalizar procesos industriales, ahorrar costes, mejorar la productividad y transformar el empleo. La cuarta revolución industrial tiene una característica importante que la diferencia de todas las demás: su carácter transversal. Las tecnologías habilitadoras han llegado a la industria para dar el salto al sector sanitario, educativo, financiero, etc.
En los hospitales, ingenieros y médicos trabajaran conjuntamente para crear réplicas de huesos, órganos y tejidos a través de impresión 3D o fabricación aditiva. Partiendo de un archivo, la fabricación aditiva reduce al máximo los procesos de fabricación pudiendo reducir el tiempo utilizado hasta en un 90%.
Las tecnologías emergentes como la impresión 3D o fabricación aditiva jugarán el mismo papel que asumió el ordenador personal cuando se popularizó su uso. Llevarán aparejadas un cambio de actitud del usuario. Los profesionales sanitarios, financieros, educativos o de la administración pública tuvieron que acostumbrarse a convivir con una nueva herramienta de trabajo que los hacía más productivos. Fue necesario comenzar a formar a trabajadores de todos los sectores en nuevas competencias ofimáticas. No estamos ante una época de cambios, estamos ante un cambio de época. Las tecnologías emergentes harán necesario que los profesionales de sectores donde la tecnología no suele estar presente, tengan que adquirir nuevas habilidades y competencias para la revolución que está en marcha.
Recuerdo mi primera visita a “Tech Talents”. Carlos de Antonio me invitó a subirme a un Bosu que tenía acoplada una tabla de snowboard. A medida que iba moviendo la tabla de snow, un ordenador frente a mí mostraba a una bola moviendose en un espacio bidimensional en la dirección en la que yo me iba inclinando. Me resultó llamativo aquel rudimentario juego… hasta que me confesaron la edad del programador: 9 años. Es evidente que algunos niños y jóvenes poseen un talento innato para las cuestiones tecnológicas. Sin embargo, cometemos el error de encasillar en carreras cientifico-técnicas a todos aquellos que demuestran ciertas habilidades en este sector. Las empresas del futuro necesitarán abogados que dominen el BlockChain, profesores que conozcan la realidad aumentada, financieros que puedan manejar grandes cantidades de datos no estructurados o médicos que sepan trabajar con la impresión 3D. El conocimiento de la tecnología ya no será algo opcional o residual, será tan obligatorio como manejar Word o Excel.
Debemos trabajar para que los hospitales incorporen departamentos propios de impresión 3D o fabricación aditiva. Un equipo de ingenieros y técnicos que permitan traducir las necesidades del profesional sanitario para poner a su servicio la mejor tecnología disponible. En el hospital del futuro, el departamento de impresión 3D será tan importante como el de radiología. En una operación de pelvis, disponer de una reproducción 3D de la pelvis del paciente antes de realizar la intervención puede reducir entre una y dos horas el tiempo de quirófano. La impresión 3D reduce las molestias, los riesgos para el paciente y supone un ahorro de costes.
En un foro reciente los expertos destacaron la personalización que suponen este tipo de herramientas y su gran capacidad de adaptación. Partiendo de información pre-operatoria es posible producir implantes adaptados a cada paciente, placas para el tratamiento de fracturas, guías quirúrgicas e instrumental personalizado. “De este modo es posible planificar abordajes o ensayar la intervención repitiendo con modelos impresos los mismos pasos que se van a realizar durante la operación. Todo esto supone una mejora en la precisión y un importante ahorro de tiempo quirúrgico, disminuyendo el porcentaje de complicaciones pre-operatorias, con el consecuente valor socio-económico que todo esto supone para un sistema sanitario", ha destacado el doctor Calvo en un foro reciente sobre impresión 3D.
Los procesos de fabricación aditiva en este campo ofrecen tres ventajas fundamentales. Por un lado la complejidad geométrica no encarece el proceso. Para la fabricación aditiva, la reproducción real de una pieza no supone una gran dificultad en comparación con los métodos convencionales, que deben superar ciertos retos de fabricación como la esbeltez, el vaciado interior o las formas irregulares a través de procesos de alto coste.
En segundo lugar, la personalización tampoco grava el proceso. Permite fabricar productos sin costes añadidos, con independencia de que se tenga que fabricar un número concreto de piezas iguales o distintas.
Y por último, la impresión 3D posibilita la fabricación competitiva de series cortas de productos sin que aumente su coste. Además, es posible modificar las piezas con facilidad a lo largo de la vida del paciente para adaptarlas a sus circunstancias personales.
Estas características suponen una verdadera revolución en el ámbito del diseño de los productos sanitarios y una amplia libertad creativa para fabricar cualquier objeto creado por la imaginación humana.
La fabricación aditiva abre un mundo infinito de oportunidades de nuevos modelos de negocio en un futuro inmediato. Además del sector de la automoción y la aeronáutica, la medicina es uno de los campos en los que más se utiliza esta tecnología, que avanza día a día de forma espectacular.
Podemos afirmar que las aplicaciones de la fabricación aditiva suponen un gran avance en la salud de las personas y en el conocimiento del cuerpo humano. Pero necesita un mayor impulso para superar todos los obstáculos que permitan avanzar en su completa aplicación en el sector sanitario.