RONDA en el recuerdo

Hoy se cumple un año exacto desde que participase en una de las carreras que más adrenalina liberan de todo el calendario del duathlon: RONDA 101 organizada por La Legión Española, discurre por la serranía de ronda y atraviesa los municipios de setenil, montejaque, benajoan, etc... 

 

Recuerdo los momentos previos a la salida, mi buen amigo Pascual nos llevó bien temprano, dos horas antes de la salida para situarnos en primera línea y estar en una posición excelente de cara a los 101 kilómetros de durísimo recorrido que teníamos por delante. Un ambiente inmejorable esperaba a los corredores que poco a poco iban llenando el polideportivo municipal de Ronda. A las 10.30 de la Mañana, el General de la Legión pronunciaba una emocionante arenga militar con la que comenzaba una aventura de varias horas en la que superar lluvia, barro, sol, calambres y gran cantidad de desnivel junto con la carrera a pie.

Los primeros kilómetros transcurrieron bien para mi, al principio comencé demasiado fuerte y acusé el desgaste inicial de no calentar lo suficiente. Cometí muchos errores, uno de ellos el probar nuevos alimentos durante el día de la prueba, lo que me produjo enormes molestias desde el kilómetro 1 hasta el 75 en la parte de mountain bike. En el kilómetro 75 se encontraba el cuartel de la legión, alegría inmensa por entrar con mi MTB al acuartelamiento, aunque en ese momento comenzaban 21 km de carrera a pie que no sabía si iba a poder soportar con el desgaste acelerado e imparable que estaba sufriendo... Sin embargo, al dejar la MTB en la zona de transición, decidí sentarme a comer en el cuartel con otro compañero que también iba bastante tocado de fuerzas y esto me permitió seguir mentalmente en la prueba a la vez que me recuperaba físicamente con un poco de alimento. Era el primer alimento sólido que probé desde la salida. pagué mi mala planificación de los avituallamientos durante los 101 kilómetros.

 

Una vez recuperadas las fuerzas, emprendí los 21 kilómetros que restaban de carrera a pie. Pude comprobar que, aunque muchos se apuntaron a la carrera MTB de los 101, decidieron que la cuesta de la ermita era un buen momento para acompañar a los duatletas y empujarle a la bicicleta en esta durísima subida... Cuando superas la cuesta de la ermita, y te das cuenta de que montejaque está al fondo, te acuerdas de esa mítica marcha homenaje que se celebró con salida y meta en este pueblo "los 102 de La Sufrida". Si pudimos con aquella prueba, Ronda no puede estar lejos. Emprendes la bajada y otro puesto legionario te espera abajo con bebida para reponer fuerzas, después de casi 5 horas de carrera ya no sabes si es bueno tomar acuarius, coca cola, agua, etc. Sólo quieres correr hasta encontrar esa larga recta de 3 kilómetros de largo que te lleva directamente al cuartel general de la Legión. Cruzas la vía del tren y la carrera a pie te va llevando por campo a través, incluso cruzando algún riachuelo, antes de encarar el tramo final de asfalto hasta el cuartel. Llegó ese momento, una larga recta me separaba de mi mountain bike con la que entrar en Ronda y ver cumplido nuestro sueño un año más, pero esta vez con la dificultad añadida de hacer esos 101 km en la modalidad de duatlón.

 

Todo llega, una vez en el cuartel de la legión, volví a subirme a lomos de mi MTB para recorrer esos últimos 5 km de recorrido hasta Ronda de la que sólo me separaba la temíble "cuesta del cachondeo". Llamada así porque sólo un cachondo puede poner 1 km de subida empedrada al después de 100 km de recorrido duatlón rompe piernas. 

 

Cuando superas la cuesta del cachondeo y encaras la entrada a Ronda, te das cuenta de que lo que has conseguido no significa nada para la inmensa mayoría de gente, pero en tu interior sabes que has conseguido superar, un año más, el cansancio físico y mental, los entrenamientos previos, las molestias y los infortunios. Cuando entras en ronda tu pulso se acelera, pedaleas más rápido, quieres sacar las últimas fuerzas y metes el plato grande mientras cruzas el puente que te lleva a la recta final con la plaza de toros de Ronda a la izquierda y el hotel Don Juan a la derecha. A medida que avanzas la gente te aplaude y te anima, en ese momento eres consciente de que hay cosas pequeñas, como un paseo en bicicleta por la sierra de Ronda, que los seres humanos convertimos en algo magnífico porque las revestimos de humanidad. Aprendes algo en esta carrera que puede servirte en tu día a día. No hay cosas pequeñas, todo esfuerzo cuenta, el trabajo duro y riguroso tiene su recompensa, el trabajo todo lo vence.

 

Entrar en la meta de Ronda, que un legionario te imponga ese "ladrillo" en forma de medalla y te de la enhorabuena por la gesta conseguida es algo que sólo ocurre una vez al año. En ese momento me abrazo con mis compañeros de expedición y, con una sonrisa en la cara, veo que Pepote, Pepe Belda y demás compañeros me hacen gestos: "Carrillo ha ganado el duatlón". Una alegría que un Ciezano se lleve el premio, sobre todo si es una de esas personas que tienes la impresión de conocer de toda la vida. A él le compré mi primera bicicleta, y a él todavía sigo unido cuando mi máquina sufre algún percance. Carrillo es una institución en Cieza si lo tuyo es surcar las montañas con una mountain bike.

 

Ya con los compañeros de expedición toca ir a la ducha, revisar tu cuerpo quemado y castigado por el sol y el barro a la vez que te preparas para una cena en la que contar tus sensaciones durante las más de 7 horas que has estado en carrera -aunque algunos han estado mucho menos, hay gente que está muy fuerte- .

 

Después de la cena, por la noche, sigues paseando por ronda y todavía van llegando ciclistas y corredores a pie... Si te asomas a la serranía de ronda desde el mirador que hay detrás de la plaza de toros puedes ver pequeñas lucecitas, ya bien entrada la noche, que van dibujando todo el recorrido. En ese momento te imaginas tu paso por ese punto kilométrico, recuerdas tus sensaciones y te trasladas temporalmente para visualizar lo que tiene que estar pasando por la cabeza de esa personas... 

 

Durante la noche, alojados en el hotel maestranza junto a la meta, sigues escuchando a la gente durante toda la madrugada entrar a meta mientras un reducido grupo de público les anima. Sólo pasa una vez al año, sólo pasa en Ronda.

 

Desde aquel día, he vivido a través de mi buen amigo Alex Fernandez los preparativos que tuve que hacer para la prueba, el momento en el que te llega el dorsal por correo e incluso las sensaciones previas y posteriores a la carrera. Acabo de colgar el teléfono a mi buen amigo Pepote, me dice que todos bien y que ha hecho un buen tiempo disminuyendo en media hora el tiempo del año anterior. Pepe Belda también ha entrado en meta sano y salvo, sólo unos calambres que hicieron acto de presencia y que aún así pudo demostrar como él sabe hacerlo que con su inseparable mondraker puede con todo.

 

En definitiva, sensaciones que sólo pueden vivirse una vez al año. Termino con una pregunta para todos los que este año se han atrevido a desafiar Ronda 101... ¿Participarás al año que viene? Como me comenta Pepote... Hazme esa pregunta cualquier día menos hoy...

 

Una experiencia preciosa y un recuerdo imborrable.